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La historia de Rosemary

Rosemary, de 70 años, recuerda el día en que recibió el diagnóstico de cáncer. Era el día de las elecciones de 2016 y lo que los médicos pensaron en un principio que era una infección de los senos nasales resultó ser un melanoma de la mucosa, un cáncer raro y agresivo que puede aparecer en las membranas mucosas, o superficies húmedas, de zonas del interior del cuerpo. Rosemary lo tenía en la nariz. "Sentía que no podía respirar por la fosa nasal izquierda", recuerda. 

Rosemary

 En el momento de su diagnóstico, el cáncer de Rosemary ya había hecho metástasis: tenía un cáncer en fase 4. Sus médicos le recomendaron cirugía y radiación. Se sometió a ambas en el Hospital General de Massachusetts. Pero la radiación no funcionaba. Rosemary acudió a un médico de Nueva York para recibir más radiación e inmunoterapias.    

"Fue duro para mí", recuerda Rosemary sobre la inmunoterapia. "Una me produjo visión doble, otra me quitó la tiroides". 

De vuelta al Hospital General de Massachusetts, los médicos de Rosemary intentaron combatir los tumores que ahora estaban por todas partes: el cuello, el pecho, el muslo, incluso la pared del estómago. 

El cáncer era implacable. Nada funcionaba. En agosto de 2020 estaba claro que necesitaba algo más avanzado. 

Uno de los médicos de Rosemary le sugirió un ensayo clínico en el que otro paciente con melanoma de la mucosa estaba viendo algunos progresos. Pero había un problema. El ensayo no sería fácil para ella y requeriría algunos viajes frecuentes. Treinta millas de ida y vuelta, de tres a cuatro veces por semana para los tratamientos y otras citas médicas. Era agotador, como recuerda Rosemary, "y como se trataba de un ensayo de fase uno, tenía muchas visitas. Teníamos que abordar constantemente los efectos secundarios y cambiar la dosis". 

No sólo era agotador, sino que las facturas de la gasolina y el aparcamiento se acumulaban rápidamente, en un momento en que Rosemary había reducido su trabajo y sus ingresos. 

Justo cuando más lo necesitaba, Rosemary descubrió la Fundación contra el Cáncer Lazarex y empezó a recibir ayuda para sus gastos de aparcamiento y kilometraje. Ese simple reembolso de la gasolina y el aparcamiento le libraría de una carga de costes que no dejaba de aumentar, permitiéndole centrarse en su salud. 

"Estoy muy agradecida a Lazarex", dice. "Todo esto me ha hecho apreciar lo afortunada que soy por ser [parte de este ensayo]".

El tratamiento de Rosemary a través de su ensayo clínico parece estar estabilizando su cáncer. Los tumores no crecen ni se extienden. "Me va bien", dice, "de hecho hay una disminución [de los tumores]. Puede que esté funcionando".

Rosemary se considera una de las afortunadas. Dice que la fe, los amigos y la familia abundan en su vida, incluidos sus tres nietos con los que vive y ve todos los días. Se siente bien sabiendo que su participación en el ensayo clínico podría ayudar a otra persona con melanoma de la mucosa en el futuro. "Sé que me estoy jugando la vida no sólo por mí, sino por los demás".