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Rhonda Long

Estaba de viaje con mis mejores amigas cuando me llegó el dolor. Era el mismo dolor y malestar que había estado sintiendo de forma intermitente durante algún tiempo. Sabía que algo no iba bien. Pero cada vez que acudía a un especialista, nadie podía averiguar qué pasaba. Luego vino un ataque a la vesícula biliar, y más tarde lo que parecía ser una reacción alérgica. Mientras tanto, el dolor insoportable persistía y parecía que todo se desmoronaba. Como madre trabajadora de dos niños, mi marido y yo estábamos decididos a obtener respuestas.

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Rhonda Long

A lo largo de tres años, mi estado siguió siendo un misterio. Hasta que, finalmente, una doctora se dio cuenta de lo que creía que era un cálculo biliar y eso la llevó a indagar más. 

Tras una letanía de biopsias y pruebas, mis médicos determinaron que se trataba de un cáncer, un raro cáncer de vías biliares. Un cirujano me extirpó más de la mitad del hígado, me extirpó 13 ganglios linfáticos y encontró cáncer en dos de ellos. 

Mi equipo me puso en marcha un régimen de quimioterapia y radiación estándar. La primera ronda funcionó, pero la segunda no. Necesitaba un salvavidas. El siguiente paso era un ensayo clínico. Por suerte, mi oncólogo encontró uno y pude optar a él. Era la esperanza que necesitaba. Pero... había una trampa. Tenía que viajar cada tres semanas desde Ohio a Boston para recibir el tratamiento. Esto no era algo que mi familia pudiera permitirse.

A medida que los gastos se acumulaban con cada viaje, me preguntaba cuánto tiempo podría permanecer en el juicio. Mi marido y yo siempre habíamos estado muy atentos a nuestros ahorros, a la planificación de la jubilación y a los seguros médicos... pero no hay nada que te prepare para esto. 

Me estaba gastando mil dólares en cada viaje, ninguno de ellos cubierto por el seguro, y sin embargo todo era necesario para llegar a mi tratamiento. Pensé: '¡cuánto más me puedes quitar, cáncer!". Fue entonces cuando conocí la Fundación contra el Cáncer Lazarex.

Cuando vi el sitio web de Lazarex, me llamó la atención. Sabía que muchos pacientes afroamericanos con cáncer no participan en los ensayos clínicos por falta de recursos. Pero gracias a los reembolsos de Lazarex, puedo continuar en un programa -un ensayo clínico que salva vidas- del que habría sido excluida por dificultades económicas. 

Hasta que no te pones en la piel del cáncer no sabes lo que es el cáncer. Lazarex me ha dado la oportunidad de estar en casa con mis hijos y centrarme en el proceso de curación. Dios ha puesto en mi camino a personas que me han ayudado inconmensurablemente. La familia de la Fundación contra el Cáncer Lazarex está entre ellos. 

No puedo subrayar la importancia de lo que están haciendo... y el impacto que ha tenido en mi vida. Hoy, después de un año en mi ensayo clínico, mi cáncer está estable, estoy en casa con mi familia y puedo seguir participando en mi ensayo clínico. Lazarex me ha salvado la vida, y no uso ese término a la ligera.