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La historia de Shelby

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Era su primer año de instituto y Shelby estaba deseando ir a la universidad, con la vista puesta en convertirse en diseñadora de moda. Pero un partido de softball pondría su mundo patas arriba. 

Un resbalón en la tercera base le provocó dolor en la pierna. A los diecisiete años, Shelby dice que el dolor no sólo era intenso, sino que progresaba rápidamente. Las radiografías revelaron algo que su familia no esperaba: una masa en la columna vertebral de Shelby. Más tarde, una biopsia dio el golpe más impactante de todos. Shelby tenía cáncer. Tenía un tumor raro para el que no había cura ni tratamiento identificable. Su médico le recomendó la quimioterapia y la radiación habituales. Tras muchas deliberaciones, Shelby y sus padres optaron por obtener una segunda opinión. Tomaron un avión hacia Houston y se dirigieron al MD Anderson.

Shelby se enteró de un ensayo clínico que los médicos pensaban que podría ser útil. Se inscribió inmediatamente y pasó los dos meses siguientes en Houston sometiéndose a pruebas y tratamiento. Después, Shelby y su familia viajaron de ida y vuelta desde su casa en Charlotte (Carolina del Norte) a Houston cada dos semanas para que pudiera seguir participando en el ensayo clínico. Mientras tanto, seguía estudiando, terminando el último año y graduándose en el instituto. 

Al principio, las cosas pintaban bien para Shelby. El juicio funcionaba bien. Pero luego... no lo hizo. "Y así fue durante los siguientes cinco o seis ensayos clínicos", dice Shelby. "Tenía muchas esperanzas y luego dejaba de funcionar. Al final, el cáncer se extendió a mi cerebro".

Shelby regresó a Carolina del Norte y se sometió a una terapia con un bisturí de rayos gamma. Los médicos esperaban erradicar los cuatro tumores cerebrales que encontraron. El procedimiento tuvo éxito en tres de ellos. Sin embargo, el cuarto tumor se había trasladado a la columna vertebral de Shelby. Cuando los médicos intentaron extirpar el último tumor, la técnica, que incluía el uso de una larga aguja, golpeó una parte de su cerebro, lo que afectó a su habla, al uso de sus extremidades, a su capacidad para caminar, incluso a la vista de Shelby.

En ese momento, ocho años después de su diagnóstico inicial, su cáncer estaba empeorando. Shelby sentía que sus médicos de Carolina del Norte se habían rendido. "Para mi cumpleaños le dije a mi padre que quería ir al MD Anderson. Quería encontrar otro ensayo clínico. Sabía que era mi única esperanza". 

El coste del viaje a Houston, a más de mil millas de casa, supuso un reto para la familia de Shelby. Ya habían pasado por esto antes. Cada viaje a Houston costaba al menos 700 dólares en billetes de avión, facturas de hotel y tarifas de Uber. Esto devoraba sus ahorros. Tim, el padre de Shelby, recuerda el día en que descubrieron la Fundación contra el Cáncer Lazarex. "Habíamos estado trabajando con otro grupo para conseguir ayuda financiera, pero no estábamos consiguiendo lo que necesitábamos. Un día, en 2017, cuando ya no podíamos más y estábamos a punto de rendirnos, una trabajadora social nos habló de la Fundación contra el Cáncer Lazarex. Eso lo cambió todo y nos permitió seguir en el juicio".

Hoy, tres años después, Shelby sigue viajando de Charlotte a Houston para participar en su ensayo clínico, el séptimo en el MD Anderson. Shelby dice que sus médicos están sorprendidos de lo bien que le va. Su cáncer está estable y ella se siente bien. "Puedo trabajar y me gusta relacionarme con la gente. Me encanta comprar por Internet y ver Netflix".

La familia de Shelby dice que no hay forma de que puedan costear el viaje para el tratamiento que salva vidas por su cuenta. En definitiva, dice el padre de Shelby, "si no fuera por Lazarex, Shelby no estaría aquí". Shelby se hace eco del sentimiento de su padre: "No puedo expresar la gratitud que tengo hacia Lazarex. Mis hospitales locales se daban por vencidos. Agradezco a Lazarex desde el fondo de mi corazón la ayuda que me han prestado".

Para ver una entrevista de la WCNC con Shelby, haga clic aquí.