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La historia de Jennifer

Jennifer nunca se habría considerado "afortunada" por haberse sometido a una histerectomía, pero fue esa intervención la que acabó avisando a sus médicos de un problema de salud grave y potencialmente mortal al que se enfrentaba.

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En 2010, Jennifer había estado experimentando un fuerte dolor de cadera, pero no podía precisar la causa. En la preparación de la histerectomía, su médico se dio cuenta de que había algo raro en su análisis de sangre. Estaba anémica. Le hicieron más pruebas. Los resultados mostraron que tenía un mieloma múltiple.

En aquel momento, Jennifer llevaba una vida muy ajetreada y plena como profesora de primaria y madre soltera con dos niñas activas en y curso, pero el diagnóstico hizo que todo se paralizara. Intentó trabajar a tiempo parcial, pero era casi imposible con todas las citas con el médico y el trabajo necesario para gestionar sus cuidados. Al final tuvo que dejar su trabajo para centrarse en su salud.

A lo largo de los años siguientes, fue entrando y saliendo de diferentes tratamientos que prometían esperanza. Primero fue un trasplante de células madre seguido de terapias que funcionaban, hasta que dejaron de hacerlo. A continuación, su oncólogo le recomendó un estudio de terapia con células T CAR, pero finalmente tampoco fue la respuesta. Los médicos le dijeron que no había otra opción. Le sugirieron un ensayo clínico. En junio de 2020 se abrió un ensayo clínico y ella pudo optar a él. Sus hijas, que ahora tienen 17 y 19 años, se convirtieron en sus cuidadoras y la llevaban una vez al mes a su ensayo en el Centro Médico Helen Diller de la UCSF, a cuatro horas y media de su casa.

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Sin trabajo y sin ingresos regulares, la presión financiera de los viajes era abrumadora. Cada vez que viajaba, Jennifer tenía que pagar la gasolina, los peajes del aparcamiento y un lugar donde alojarse. A veces el coste se disparaba hasta cerca de 1.000 dólares en cada viaje. "Con los tratamientos contra el cáncer en marcha, ese estrés financiero no es bueno para la salud", nos dijo Jennifer. "Me pasé horas al teléfono poniéndome en contacto con otras organizaciones oncológicas conocidas. Conseguía una tarjeta de gasolina de 50 dólares aquí y allá".

Su trabajadora social en la UCSF le mencionó otra organización que podría ayudar: Lazarex Cancer Foundation. La noticia fue un alivio que acabó por aliviar la carga y permitió a Jennifer volver a centrarse en su salud en lugar de estresarse por sus finanzas.

"Estoy muy agradecida a Lazarex. Realmente intervinieron para ayudar a lo grande y lo hacen tan fácil. Si alguien está pasando por este tipo de prueba, saber que Lazarex está ahí para ayudar es un gran alivio. El cáncer y luego el viaje y el estrés de las finanzas - todo realmente te derrumba. Gracias al ensayo clínico y a Lazarex, hoy estoy más estable que nunca en muchos años. Intento vigilar lo que como... hacer ejercicio y mantenerme activa. Estoy deseando que llegue el día en que no esté planeando mi próximo tratamiento".